Una sexualidad ¿especial? Sobre la cultura y la diversidad
Federico Martín Andrek
Master Sexología y Género
Un poco de historia
Durante los siglos X y IX a.c., los niños que nacían con anomalías físicas eran arrojados desde el Monte Taigeto. No se creía que estos niños merecieran vivir en sociedad, sino que se los consideraba como “[…] instrumentos para la guerra y la producción, sin pensar en la naturaleza humana y menos aún, si éste nacía con alguna malformación física” (Cobos, 2005, p. 15). En el imperio romano, desde la roca Tarpeia, se arrojaba a niños e inválidos congénitos y ancianos, ya que se los consideraba inservibles e ineficientes.
En la Edad Media, la Iglesia sostenía la concepción de que tales deformaciones eran producto de fuerzas malignas y posesiones demoníacas. Esos niños eran consecuencia del pecado y del demonio, por lo cual se los sometía a exorcismos y en casos más graves, se los destinaba a la hoguera (Cobos, 2005; Montoya, 2004).
Con la llegada del cristianismo, el rechazo hacia las personas que sufrían de alguna discapacidad, fue reemplazado por otra forma de maltrato. Se los comenzó a considerar como objetos de caridad, en tanto eran débiles y portadores del mal de la sociedad, por lo cual eran destinados a sobrevivir en la mendicidad o en asilos de la iglesia (Astorga, 2003).
El concepto de discapacidad apareció luego del año 1945, con la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Los hombres que volvían de la guerra lo hacían con secuelas que les impedía continuar con su vida cotidiana. Por tal motivo, el estado era quien debía hacerse cargo y no podía mantenerse al margen de esa situación. A partir de ello se estableció un nuevo lugar social para las personas con discapacidad. El concepto luego fue extendido a aquellas personas que habían sufrido accidentes laborales y/u otros accidentes. Es a partir de 1960 donde se comenzó a utilizar el término de discapacidad para aquellos que presentaban trastornos genéticos, congénito o juvenil (Aznar & González Castañón, 2008).
A partir de los años 60 y especialmente en la década de los 70, se produce un movimiento de enorme fuerza, basado en consideraciones que provienen de diferentes campos, que impulsa un profundo cambio en la concepción de la deficiencia y de la Educación Especial (Cobos, 2005, p. 16).
Sexualidad, discapacidad y mitos
Más allá de la apertura que hoy existe en nuestra sociedad a la hora de hablar de sexo, hay ciertas aristas que aún están en la oscuridad.
Una de ellas, es la sexualidad en personas con discapacidad. Se tiende a pensar que la sexualidad de las personas con discapacidad es cuanto menos especial, ya que es una sexualidad más intensa, menos ajustada, más expuesta a peligros, etc.
La creencia que se tiene de una sexualidad sin control e inmanejable provoca creer que lo más beneficioso es que no despierte y para ello lo mejor es evitar todo tipo de estímulos que pudiera echar rienda suelta a ese descontrol.
Durante mucho tiempo la sociedad ha fomentado una serie de mitos y creencias sobre la sexualidad de las personas con discapacidad; algunos de los mitos más conocidos, y erróneos, son los siguientes: las personas con discapacidad no tiene necesidad de expresión sexual , el cuerpo de una persona con discapacidad no puede producir placer , se le atribuyen deseos perversos y excesivos, las personas con discapacidad no tienen capacidad para actuar de forma responsable en la sexualidad, no se les puede educar sexualmente porque induce a una conducta sexual, los discapacitados dependen de los demás son como niños, por lo que necesitan que se les proteja etc (Peirano, 2016).
Estos mitos, prejuicios y lugares comunes demuestran lo incomoda que se siente la sociedad ante la idea de considerar a los discapacitados como seres con impulsos sexuales.
Por fortuna, muchos discapacitados no se han dejado acobardar por estos esquemas mentales y han aunado esfuerzos con numerosos profesionales dentro del campo de la salud, para lograr que se dispense más atención a las necesidades sexuales y a los sentimientos de las personas aquejadas con una u otra incapacidad física o intelectual.
La sexualidad es algo que nos atañe a todos, tengamos o no impedimentos. Actualmente vivimos en una sociedad muy conservadora y con un grado de burla o de morbo hacia las personas con discapacidad, ya que muchos consideran a las personas con discapacidad como asexuales, desviados o indeseables.
Para desmontar prejuicios y tabúes mostrando la realidad erótica y sensual de las personas con discapacidad, hay que comenzar a cuestionar los mitos e ideas imperantes acerca de la belleza que nos muestran la televisión y la publicidad o las tendencias estéticas de moda, sería un paso muy importante, ya que muchas veces estas personas están sujetas a roles y situaciones machistas, que resaltan parcialidades en armonía con los valores estéticos generales. Esto provoca que muchas personas con diversidad funcional dejen de vivir la plenitud de su sexualidad (Martinez, 2010).
Los cuerpos de la diferencia también pueden reconocerse desde su potencial sensual, donde los cánones establecidos de belleza y erotismo no logran disminuir su gracia y vitalidad diversas, expresivas, plenas (Martinez, 2010).
Esto permite, además, eliminar concepciones erróneas, como el vincular la sexualidad exclusivamente con sexo-genitalidad-reproducción, ya que la experiencia erótica puede alcanzarse a través de distintas formas donde ni siquiera es necesario que intervengan los genitales.
La sexualidad y el erotismo comprenden una expresión integral del ser donde permanecen integrados los aspectos biológicos, psicoafectivos, biográficos y socioculturales (Martinez, 2010).
La sociedad muchas veces es quien niega la posibilidad de expandir una percepción enriquecida de lo erótico, ya que nos impone cotidianamente a través de los medios, el consumo, las propagandas, las imágenes a lo erótico como ligado a lo pornográfico, a las practicas machistas, a la mercantilización del cuerpo etc.
La sexualidad nos iguala a todos, pero dentro de esta, sería importante saber que cada uno tiene sus necesidades, sus intereses, sus deseos o sus fantasías. Con o sin discapacidad, todos somos seres sexuales. Hay que rescatar la identidad de cada uno. Cuando nos referimos al concepto de sexualidad entendemos por la misma a las caricias, los besos, los abrazos, la forma en que uno se siente hombre o mujer y el modo de relacionarse con el otro.
La sexualidad es una función biológica y también es la más profunda fuente de encuentro, intimidad y comunicación de sentimientos y afectos, a lo largo de toda la vida de las personas y de su ciclo vital.
Las personas con discapacidad viven como cualquier otro individuo en un mundo en el que la sexualidad ocupa un lugar importante, estas personas corren el riesgo de sentirse preocupadas al comprobar que una publicidad manifiesta en su casa, fuera de ella, el silencio y hasta el misterio en toda cuestión relativa a lo sexual las rodean. Es por esto que no se debe limitar la educación sexual a su aspecto específico, sino que hay que extenderla y utilizarla como medio para favorecer la evolución del discapacitado hacia una madurez socio- afectivo mucho más amplio. No hay que esperar que la educación sexual logre una desaparición de las manifestaciones sexuales. Por el contrario es importante y necesario que los profesionales dedicados a la educación especial induzcan en los padres la responsabilidad que implica fomentar el ambiente idóneo y propiciar la preparación que permita una adecuada manera de abordar los temas de sexualidad y su orientación.
Así, es de vital importancia evitar dos actitudes extremas: por un lado el angelismo, que podría creer que el discapacitado no puede ni debe verse envuelto en sexualidad y; por otro lado, la tendencia que aspira a que el grado de integración sea en función de la realización de una vida sexual comparable en todo aspecto con el resto de la población.
La discapacidad en una persona puede tener un origen orgánico o físico, pero también psicológico. Sea cual fuere su origen debemos atenderlos, orientarlos y, ante todo, educarlos en la esfera de la sexualidad, ya que de no suceder esto, las consecuencias podrían ser determinantes de mayor invalidez.
Cada individuo, no interesa cual sea su discapacidad, tienen derecho al libre acceso a la información necesaria sobre sexualidad, y lo que es más importante, cada persona tiene derecho a la expresión de su sexualidad.
En la carta de derechos sexuales en favor de los minusválidos de 1981 se establecen los siguientes principios: derecho a la expresión sexual, derecho a la intimidad, derecho a ser informado, derecho a tener acceso a los servicios necesarios, como son el asesoramiento sobre anticoncepción, atención médica y asesoramiento genético y sobre sexualidad, derecho a escoger el estado civil que más convenga al minusválido, derecho a tener, o no, una prole, derecho a tomar las decisiones que afectan la vida de cada uno y por ultimo derecho a intentar el desarrollo de todo el potencial del individuo.
El conocimiento de la importancia de una sexualidad sana, libre de prejuicios, resulta esencial para los profesionales que atienden a personas con discapacidad. Igualmente, deben estar informados acerca del impacto que pueden provocar estas afecciones sobre la sexualidad, de manera que puedan atender cualquier duda o dificultad relacionada con los problemas que presenten estos pacientes. La educación sexual es el camino a través del cual, se pretende ayudar al individuo en su proceso de crecimiento y maduración, brindándole un amplio abanico de habilidades y estrategias necesarias para el pleno desarrollo y vivencia de su sexualidad, posibilitando el ingreso de la persona al mundo de las relaciones sociales extrafamiliares, basadas en el respeto, la libertad y la responsabilidad.
Conclusiones
Sabemos que la sexualidad de las personas con discapacidad ha sido y es un tema controvertido, pero debemos dejar en claro que todos somos seres sexuados, independientemente de nuestra condición mental o física, todos necesitamos del amor, las caricias, las fantasías, el erotismo, la intimidad y de recibir y brindar afecto, establecer vínculos, etc.
Por eso creo que la educación sexual es el campo a través del cual se pretende ayudar al individuo en su proceso de crecimiento y maduración, brindándole un amplio abanico de habilidades y estrategias necesarias para el pleno desarrollo y vivencia de su sexualidad, posibilitando el ingreso de la persona al mundo de las relaciones sociales extra familiares, basadas en el respeto, la libertad y la responsabilidad.
Para concluir, la sexualidad es algo que forma parte de todo ser humano, es un valor que nos enriquece, y que sólo desaparece con la muerte. Y son múltiples las formas de expresar y disfrutar esta sexualidad única y particular de cada uno o de cada una.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
-Astorga, L. (2003).Discapacidad, perspectiva histórica y desigualdades imperantes. (http://www.mediacommunity.org/ddhh/discapacitados/barreras)
-Aznar, A. y Gonzales Castañón, D. (2008) ¿Son o se hacen? El campo de la discapacidad intelectual estudiando a través de recorridos múltiples. Buenos Aires. Noveduc.
-Castro Mastín, M (2007). Educación especial: ¿Sirve la educación sexual? Revista el cisne, 17(200): 4-7
-Cobos, M. (2005). Introducción a la evolución histórica del concepto de discapacidad y los valores. En Santucci de Mina, M (Ed.) Educando con capacidades diferentes: un enfoque psicológico. Desde el retraso mental a la superdotación (pp.15-19). Córdoba: Brujas
-Hernandez, S.:”La sexualidad en personas con capacidades ¿diferentes?”
-Martinez L.: “Erotismo y sensualidad como espacio de afirmación personal”
-Montoya, G. (2004). Del exterminio a la educación inclusiva: una visión desde la discapacidad(http://www.inclusioneducativa.org/content/documents/PROCESO_HISTORICO.doc)
-Páginas web consultadas:
http://bvs.sld.cu/revistas/mfr/vol_2_1_10/mrf07210.htm
http://www.unicef.org/uruguay/spanish/Es_parte_de_la_vida_tagged.pdf
http://www.pasa.cl/wpcontent/uploads/2011/08/Educacion_Sexual_y_Discapacidad_Lopez_Felix.pdf
– Martinez, L (2010) “Erotismo y sensualidad como espacio de afirmación personal”
-Silvina Peirano: Mitología de la sexualidad especial, 2016: https://www.google.com.ar/webhp?sourceid=chrome-instant&ion=1&espv=2&ie=UTF-#q=blog%20de%20silvina%20peirano