Sexualidad(es) invisibles: La antimujer, disidencia sexual y dictadura franquista
Cinthia Ermitas Romero
Máster de Sexología y Género
En España, la historia del colectivo LGBT es una historia de violencia y persecución de la que, además, existe una gran dificultad para obtener fuentes bibliográficas. Hablamos de una historia sistemáticamente silenciada e invisibilizada, habitualmente reducida a ideas simplistas y/o generalizaciones debido, precisamente, a la falta de documentación y testimonios de la época. Siguiendo la reflexión de Trujillo (2009), sin memoria no existe la identidad, por tanto, hacer memoria histórica alrededor de la cuestión de la disidencia sexual y de género no es otra cosa que un acto de justicia, para poder construir o dibujar un discurso que permita dar visibilizar lo invisible y dar voz a los testimonios que si han logrado sobrevivir al silencio.
Por otra parte, conocer el contexto sociohistórico de nuestra sociedad, concretamente la española, nos ayuda a entender el momento actual que estamos viviendo, desde dónde o como se construyeron nuestros valores sociales y cual es la base y el imaginario en el que nos asentamos. El presente artículo, tiene como objetivo elaborar una pequeña aproximación a la historia del colectivo LGTB, así como de la figura de la mujer durante la dictadura, para poder entonces centrar la cuestión alrededor de las mujeres que tenían relaciones sexo-afectivas con otras mujeres o mujeres sáficas[1], de cómo se construye esta identidad y como se pone de manifiesto trabajar esta cuestión desde una sexología feminista.
La dictadura franquista responde al período comprendido entre los años 1939 y 1975. Esta tuvo como factor determinante un conflicto bélico anterior, la Guerra Civil española del año 1936.
Supuso un total de 36 años en los cuáles el poder político estaba constituido por un régimen dictatorial, con una ideología nacional-catolicista donde los tres pilares fundamentales eran la Iglesia, el Ejército y la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS). Una fuerte recesión económica, el hambre, el miedo, la precariedad e inestabilidad social y la represión por parte del estado hacia todo aquel que no respetaba las normas y la lógica del régimen, constituyó el panorama general de esta etapa, si bien es cierto que, en las últimas décadas, se produciría un gran crecimiento económico, debido a una serie de medidas liberalistas y aperturistas que van a transformar el panorama económico y de mercado en España. Sin embargo, este crecimiento no vendrá acompañado de ningún cambio en la ideología política, la cual continuará censurando, reprimiendo y castigando cualquier idea o corriente política que no respondiera a la lógica nacional-catolicista.
Cabe hablar entonces, de estos sujetos represaliados, más concretamente del colectivo LGTB y la figura de la mujer en la dictadura franquista. Ambas historias serán la clave para luego hablar y analizar concretamente la identidad de la mujer sáfica.
Para comenzar, y tomando como referencia a Carranza (2011), cabe destacar que la homosexualidad fue considerada durante siglos, bajo los postulados de la Iglesia católica, una conducta pecaminosa e inmoral y, por lo tanto, prohibida. Siguiendo esta lógica, durante la dictadura franquista, bajo los mandatos del nacional-catolicismo, la homosexualidad fue fuertemente castigada y represeliada. Precisamente para este fin, se modifica en el año 1954 la Ley de Vagos y Maleantes (LVM) pasando a incluir en la misma a los homosexuales y, más tarde se crea la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social (LPRS), del año 1970 que sustituía a la anterior. Esta legislación doy carta blanca a la persecución de la homosexualidad durante todos los años de vida del régimen, lo que se tradujo en brutalidad, torturas, violencia y encarcelamientos.
Cuando se habla de esta homosexualidad durante la dictadura, se hace únicamente referencia a la homosexualidad masculina. Esto se debe a que, como se menciona con anterioridad, la sexualidad de las mujeres era sistemáticamente negada por los valores de la época.
Por todo ello, la homosexualidad de las mujeres fue un hecho ignorado y silenciado durante la dictadura franquista, lo que supuso que la persecución y represión sufrida por estas mujeres no fuera la misma que la sufrida por los hombres homosexuales, aunque sí es cierto que existen varios casos de aplicación de la LVM a mujeres acusadas de homosexualidad. Como apunta Platero (2012) las mujeres que deseaban a otras mujeres vivieron durante la dictadura una represión sexual absoluta, condenadas al silencio y a la clandestinidad, carentes de redes, términos y referencias. Los hombres homosexuales eran perseguidos y castigados conforme a las leyes vigentes, lo que paradójicamente les otorgaba cierta visibilidad y representación, al reconocer su identidad de manera legislativa se les otorgaba entidad, lo que hacía imposible negar su misma existencia.
Por otra parte, para las mujeres el inicio de la dictadura significaba que todos los derechos ganados a lo largo del período de la II República Española fueran suprimidos y eliminados. Como señala Ballarín (2001) el fin de la Guerra Civil supuso que, después de haber ocupado el espacio público y social y ser la única fuente de recursos mientras los hombres luchaban en la frente, las mujeres habían sido relegadas a retirarse al espacio del hogar, pasando a ocupar una posición de subordinación total. Esta posición estaba alimentada por los valores nacional-catolicistas, patriarcales y derechistas, que entendían que su papel y función en la sociedad no era otro que la maternidad y los cuidados del hogar, negando su sexualidad había sido de la procreación y siempre sujeta al deseo masculino.
Todo esto tiene mucho que ver con desde donde se construyó la identidad “mujer” en este período. La sociedad franquista se asentaba en una idea de mujer y hombre contrapuestas, no solamente desde una visión fisiológica/biológica si no en base a una serie de atributos, proporcionados por la Iglesia católica, considerados “divinos” y “naturales” que situarán al hombre, y por tanto lo masculino, como superior y a la mujer, y lo femenino, en una relación de subordinación a lo anterior. El régimen dictatorial necesitaba reproducir dicha estructura para mantener su poder, por lo que a través de esta asociación con la Iglesia y la Psiquiatría generará un esquema sociopolítico en base al que la sociedad española del momento deberá comportarse, castigando todo aquello que se salga de esta norma.
Precisamente para este castigo y más concretamente cuando hablamos de mujeres sáficas, la Iglesia y la Psiquiatría tendrán mucho protagonismo, ya que no solamente serán los principales encargados de construir ese esquema de poder entre hombres y mujeres si no que, también serán los encargados de erradicar aquellos comportamientos que no sigan dicha lógica. Las instituciones de salud mental fueron las principales cárceles para las mujeres sáficas, que sufrieron una profunda patologización de su identidad y sexualidad.
Estos valores van a constituir la base para creación un modelo legal, ideológico y cultural alrededor de la figura de la mujer y la feminidad, que cómo expone Arribas (2003) servirá para educar las mujeres con la finalidad de la asimilación del rol de madre y esposa, centrando su papel social en torno a su capacidad reproductiva y en base unas características consideradas cómo propias e innatas a las mujeres: inferioridad intelectual, fragilidad, emotividad y sumisión. Esto se traducirá en el rechazo y censura de mujeres que no asimilaban o respondían a dichos valores, ya que estas representadas a la “antimujer”,[2] y ponían en duda los esquemas y modelos del régimen. Las mujeres que se relacionaban con otras mujeres, mujeres no heterosexuales, lésbicas o simplemente mujeres que vivían su sexualidad libremente van a responder o a constituir, precisamente, esta idea de “antimujer”.
En este punto se pone de manifiesto la cuestión de la represión sexual en todos los sentidos, que además se establece como el arma que más influencia tendrá en la cuestión femenina. Si bien es cierto que la sociedad franquista era una sociedad conservadora y católica en la que la sexualidad estaba sujeta a los valores eclesiásticos y muy asociada a la culpa y el pecado, esta “represión sexual” no va a ser lo mismo si hablamos de hombres que de mujeres. Se entendía que los hombres tenían impulso sexual y, en cierta medida, se podía hablar de deseo y placer masculino, aunque la cuestión del pecado siguiera entrando en juego. Sin embargo, no se podía hablar de deseo y placer sexual femenino, como se ha mencionado anteriormente, la institución psiquiátrica va a patologizar todo aquello que tenga que ver con la cuestión de la sexualidad femenina, por lo que no solamente el pecado católico entra en juego, sino que también se va a entender la sexualidad femenina desde una cuestión patológica y ligada a la enfermedad. Los valores franquistas pretendían castrar la sexualidad femenina en todos sus aspectos y, como consecuencia, despojar a las mujeres de su libertad sexual para poder así tener un control total sobre sus cuerpos con fines reproductivos.
En este sentido, las mujeres sáficas van a significar la ruptura absoluta con los roles asociados a las mujeres en el régimen franquista. No solamente hablamos de mujeres con sexualidad y deseo, si no también de la ruptura total del sexo como fines reproductivos y, por tanto, heterosexual. Las relaciones sexo-afectivas entre mujeres no tendrían un objetivo más que el deseo y el placer, algo que ponía de manifiesto, indiscutiblemente, que las mujeres tenían deseo sexual, erótica y placer. Se podría hablar entonces de como esta figura de la mujer sáfica ponía en entredicho un sistema de valores y creencias sin apenas mucho esfuerzo. La persecución y patologización de las mujeres sáficas, así como la necesidad de invisibilizarlas y silenciarlas podría estar influenciado por el peso político y revolucionario que suponía su mera existencia.
Precisamente en este sentido de peso político y transformador, el enfoque de la sexología feminista nos aporta una perspectiva muy interesante sobre la sexualidad de las mujeres en la dictadura franquista, permitiéndonos analizar la cuestión de una forma más profunda y compleja.
Partiendo de la base de que la sexualidad humana es una cuestión biopsicosocial, entendemos que la sexualidad se construye, se aprende y se performa. Esto supone, en primer lugar, este enfoque nos permite analizar cómo se ha construido históricamente nuestra sexualidad, prestando atención a los momentos sociopolíticos que afectan a nuestra sociedad podemos observar como ha evolucionado nuestra compresión de la sexualidad y que valores y/o esquemas operan en ella. En segundo lugar, entender que dichos esquemas son variables y dinámicos y por tanto pueden transformarse. Es posible desaprender cuestiones que hemos asimilado en cuanto a nuestra sexualidad e incorporar y/o construir unos nuevos y, por último, la sexualidad se performa, es decir, con todo lo anterior nos comunicamos hacia el exterior de una forma u otra con diferentes objetivos. En este aspecto, las disidencias sexuales se han valido de esta herramienta performativa durante muchas décadas. La performatividad del sexo o de la sexualidad es por tanto una herramienta muy interesante y útil cuando hablamos de aquellas identidades que, socialmente, habitan los márgenes.
En este aspecto y en relación con el tema que nos ocupa, cuando hablamos de la necesidad de una sexología feminista, estamos hablando de la reapropiación de las libertades y derechos, de la recuperación del cuerpo la erótica y el placer. También se habla, necesariamente, de resignificar el concepto de sexualidad femenina, alejándolo de la patología, la enfermedad y el pecado cristiano.
En una sociedad en la que la creatividad en la sexualidad es algo que se niega y suprime para seguir ejerciendo control social y mantener el status quo, el concepto de performance es una herramienta política. La construcción de un placer y erótica propia y disidente, ajena al sistema sexual hegemónico es un acto revolucionario, que todas poseemos pero del que quizá no todas seamos plenamente consciente.
Bibliografía
Arribas, J. C. M. (2003). La Educación Física femenina y el ideal de mujer en la etapa franquista. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, 3 (10), 83 100.
Ballarín Domingo, P. (2001). La educación de las mujeres en la España contemporánea. Madrid: Síntesis.
Barbadillo, G. T. (2009). Deseo y resistencia: Treinta años de movilización lesbiana en el Estado español (1977-2007). Egales.
Carranza López, R. (2011). Evolución histórica del colectivo LGTB: de las leyes represivas a la aprobación de la Ley 13/2005, de 1 de Julio. Universidad de Salamanca. Recuperado de: https://gredos.usal.es/handle/10366/101362
Platero, R. M. (2008). Lesboerotismo y la masculinidad de las mujeres en la España franquista. Bagoas-Estudos gays: gêneros e sexualidades, 2(03). Recuperado de: https://periodicos.ufrn.br/bagoas/article/view/2281
[1] Se escoge la palabra “sáfica” como sinónimo de “mujer no heterosexual” con el objetivo de usar un término paraguas aplicable tanto a mujeres lésbicas como bisexuales o mujeres que no definen su sexualidad bajo ningún término concreto.
[2] Arribas (2003) define el concepto de “antimujer” como aquellas mujeres que no habían cumplido la norma sociocultural asociada a la figura de la mujer durante la dictadura franquista.