Penes flácidos, penes trans, penes discas, tecnopenes y penes fantasma. Breve exploración de los penes disidentes
Javier Arana
Máster en Sexología Sanitaria con perspectiva de Género
No hace falta escribir más sobre el pene
La sexología y la medicina de los últimos ochenta años no ha escatimado en tinta al analizar cada detalle de este apéndice. Su largura, su anchura, en flacidez y en erección, sus dificultades para ponerse duro, el tiempo que aguanta dentro de una vagina antes de eyacular, su representación en el cine, la novela y el porno, su valor simbólico, su relación con la sociedad y el arte, las operaciones estéticas y todo lo que cada una de estas cosas genera en sus portadores y en los demás. Pero, pronto, una se da cuenta de que todos estos textos no hablan de penes, en general, sino de un pene, en concreto. El pene. Un pene que, casualmente, se encuentra en un cuerpo cismasculino y heterosexual, que cuando no es blanco es tratado de manera racista y en oposición a lo blanco, que responde siempre a la idea de un pene joven, fantas(má)ticamente grande y erecto, funcional, central y poderoso, oculto y omnipresente: el centro del sistema sexual alrededor del cual orbita el resto de anatomías, corporalidades y deseos. No hace falta escribir más sobre el pene. Pero necesitamos desesperadamente leer y escribir más sobre los penes. Sobre penes que quedan fuera del paraguas de lo que es un pene aceptable y normativo y que se reconocen con orgullo fuera de órbita. Sobre penes blandos y maricas, penes diminutos que no quieren ser grandes, penes viejos y feos, penes de plástico, penes transfemeninos, coños con pene, penes inventados por la cirugía o por la fantasía. Penes disidentes cuya existencia desvergonzada es una afrenta a la norma social y que abren nuevos imaginarios eróticos y deseantes. Hablemos de los penes.
Necesitamos desesperadamente leer y escribir más sobre los penes. Sobre penes que quedan fuera del paraguas de lo que es un pene aceptable y normativo y que se reconocen con orgullo
Penes flácidos
En la introducción a la Enciclopedia cultural del pene, se explica que “de la misma manera en que el pene erecto simboliza todo lo que es poderoso, dominante y asertivo, el pene flácido simboliza todo lo que es suave, sumiso y servil. Si el pene erecto es la hombría personificada, el pene flácido es la feminidad en el órgano masculino, la desdichada vulnerabilidad y el fracaso” (Kimmel, Milrod y Kennedy, 2014). Es esta idea de debilidad, de masculinidad fracasada, lo que encontramos detrás de la angustia de las personas con dificultades eréctivas y en el gran éxito comercial del sildenafilo (Viagra), y es también el lugar donde reside el potencial emancipador de la flacidez. Un abandono consciente del imaginario fálico penetrador, una sexualidad donde se pueda disfrutar y erotizar la flacidez es en muchas ocasiones un objetivo terapéutico en terapia sexual, porque supone una ruptura con mandatos sociales tremendamente represivos y disciplinarios. La flacidez de personas con pene en terapia hormonal estrogénica, la de la marica penetrada y la de la persona anciana son un terreno de lucha y celebración.
El pene erecto simboliza todo lo que es poderoso, dominante y asertivo, el pene flácido simboliza todo lo que es suave, sumiso y servil
Penes trans
Es difícil encontrar textos acerca de penes no binarios o transfemeninos, más aún si queremos algo fuera del ámbito biomédico o redactado en primera persona. Esto puede deberse, en parte, a la presión a la que han sido sometidas las transfeminidades para acceder a los tratamientos deseados. Muchas mujeres trans y otras disidencias han tenido que renegar de sus penes, fingir aborrecerlos, así como ocultar su lesbianismo para ser una “transexual de verdad” a los ojos del doctor de turno (Davy, 2020). De esta manera, el poder biomédico ha ocultado la realidad de los penes femeninos y de las lesbianas con pene, en consonancia con de la invisibilización y estigmatización de los penes disidentes.
En otra zona de lo trans, los no binarismos permiten una suspensión de los preceptos de género y rol sexual favoreciendo la no asunción del rol en función de la genitalidad y la negociación de las prácticas sexuales. Esto aleja al pene de su carga simbólica y tiene —al igual que algunas prácticas BDSM— la potencialidad de situarlo en nuevos lugares sociales (Cordoba, 2020). Las disidencias de género generan también nuevos lenguajes desde la necesidad de encontrar la manera de entender y nombrar su cuerpo en continua negociación y choque con la norma
Mediante la terapia de sustitución hormonal (HRT por sus siglas en inglés), las personas nacidas con vulva pueden experimentar una variedad de cambios corporales entre los que se encuentra un aumento de vello facial, un descenso en el tono de la voz y un crecimiento del clítoris, que alcanza un tamaño de entre 2 y 7 centímetros. Partiendo de esta realidad, en su artículo “Estoy orgullosísimo: la he hecho yo, la regué y la alimenté y ahora es toda una polla” Desafiando ideales normativos del pene a través del acuerpamiento transmasculino, Luca Karhu Tainio (2023) plantea que la distinción entre hombres con pene (cis) y hombres sin pene (trans) es en realidad más difusa de lo que parece. Narra cómo la urología y la ciencia médica en general ha preferido ignorar que hay pollas trans que son más grandes que algunos penes cis, y que personas con estas pollas pueden tener prácticas penetrativas. Apuesta por “ampliar el entendimiento cultural de lo que cuenta como pene” para confrontar la idea normativa de que a las personas transmasculinas “les falta algo”, que lleva implícita la necesidad de la cirugía como única manera de “completarse”.
Los discursos que reivindican la puesta en valor y aceptación de la propia genitalidad —alterada o no por la terapia hormonal—, sin embargo, no entran en juicios acerca de las decisiones quirúrgicas, que pueden ser tomadas por diferentes razones. En el caso de las transmasculinidades, en ocasiones estas intervenciones generan nuevas formas de penes (a través de una metoidioplastia, faloplastia o transplante de pene), que abren aún más el abanico de genitalidades fuera de norma. Y es que la hormonación o la cirugía son algunos de los mecanismos en los que la ciencia y la tecnología son utilizadas en la producción de cuerpos y placeres que desafían al orden sexual, en vez de reafirmarlo (como sería el caso de la viagra o un implante para un varón cis-heterosexual, una masculinización facial, terapia hormonal en hombres y mujeres cis…).
Tecnopenes y penes fantasma
Es también desde esta concepción tecnológica de la sexualidad que podemos pensar los dildos y otras prótesis como penes disidentes. Siguiendo el discurso contrasexual de Paul B. Preciado, los dildos son una de las formas alternativas de saber-placer, ya que ponen de relieve que la sexualidad y el género son también procesos tecnológicos. Estos dildos generan prácticas contraproductivas que atentan contra este orden social (Montoya, 2015).
De los dildos como penes disidentes cabe destacar su la amplitud de sus usos y temporalidades: pueden utilizarse en solitario o ser portados en arneses para penetrar a otra persona, pueden ser acarreados sólo durante la práctica sexual o incorporados a la vida cotidiana como packer (prótesis que se coloca en la zona genital o ropa interior para generar un bulto o paquete que pueda ser percibido llevando pantalones u otras prendas de vestir).
También remiten al fenómeno del pene fantasma, tradicionalmente estudiado en hombres cis que han sufrido amputaciones, en el que se percibe un pene capaz de generar placer sexual a pesar de no existir en un plano material. Se relaciona, con matices, con otras vivencias de miembros fantasma, y hay evidencia de que sucede en más de la mitad de los hombres trans (Straayer, 2020). También se puede conectar fácilmente con el placer sentido al penetrar a otra persona con un arnés. En su artículo, de gran interés por la amplitud de su investigación, Straayer termina haciendo un alegato a favor de los penes fantasma como un recurso deseable para la sexualidad de la población trans:
“El deseo trans es constitutivo. Nace de la subjetividad mental y la intención corporal, ambas agenciales y generativas. Ambas contribuyen a la constitución y cuidado de los penes fantasma. El deseo puede sembrarse en el pasado así como en el futuro. Afecta no sólo a lo que hacemos sino a lo que somos. Para la gente trans, el deseo puede transformar lo que es materialmente inalcanzable en algo fenomenológicamente utilizable […] Los penes fantasma —como expresión del deseo, como afirmación corporal, como realización— pueden ser validantes. Además, pueden ser placenteros. Merecen ser apreciados por aquellos que los tienen y buscados por aquellos que no.” (p.257)
¿Existe algo más ingobernable que la fantasía, más crucial que la subjetividad? El pene fantasma, con su potencial génesis volitiva, abre la puerta a mundos desconocidos. Su simbiosis con prótesis sexuales (dildos, arneses, packers) o tecnologías del cuerpo (hormonación, cirugía) es un proceso simultáneo de acuerpamiento (vivencia construida del propio cuerpo) y de relación-construcción del entorno. Es a la vez la superación del paradigma de la disforia —del cuerpo equivocado— y del modelo biomédico que pretende eliminarla. Sin idealismos, es necesario permitirnos explorar nuevas maneras de relacionarnos con el disciplinamiento corporal y sexual desde una imaginación que desborde fronteras.
Penes discas
La capacidad y la validez están fuertemente asociadas en una sociedad capacitista. Así sucede también con la validez del deseo y la sexualidad, que es negada o estigmatizada en la población disca, siendo vistos los cuerpos discas como asexuales o hipersexuales. Por otra parte, la literatura académica se centra demasiadas veces en la represión o la violencia sufrida y no en otros temas más enriquecedores como la amplia definición de sexualidad que existe en el colectivo, las narrativas en las que devenir disca supuso un enriquecimiento de la vida sexual o el potencial creativo en el campo de los juguetes sexuales (Kattari, Hecht y Isaacs, 2021)
El miedo a la pérdida de la capacidad que viene con la pérdida de la juventud está también muy asociado, en hombres cis-hetero, a la pérdida de una sexualidad coitocentrada (Gallop, 2018). Pero los penes discas, envejecidos o dependientes nos hacen ver la no-linealidad de la sexualidad, los flujos inesperados de deseo y la multiplicidad de maneras de tener y disfrutar de un pene. Sin embargo, como en casi todas las disciplinas, queda mucho por estudiar, conocer y deconstruir en el acercamiento hacia las vivencias discas desde la sexología.
Este artículo solo aspira a explorar breve y superficialmente las realidades y resistencias de los penes subalternos que escapan y confrontan a la normatividad genital, que pervierten la institución del pene cisblanco heterosexual y crean nuevas rutas de descubrimiento y placer. Desde el hackeo biológico de las hormonas a la blandura de un pene flácido o la armadura de un arnés, se hace evidente que la genitalidad es un lugar de disidencia con la norma sexual, de género y de capacidad con un inmenso potencial creativo y emancipador. Queda también patente el limitado acceso a narrativas transfemeninas no biomédicas sobre genitalidad, y las tareas pendientes de acercamiento a realidades discas y racializadas. Este es solo el primer paso para una cartografía de la disidencia genital sin fronteras. Hablemos de los penes.
Bibliografía
Cordoba, S. (2020). Non-binary sexualities: The language of desire, practice, and embodiment. Sage handbook of global sexualities, 877-896. Sage
Davy, Z. (2020). Freedom affects in trans erotica. Sage handbook of global sexualities, 969-991. Sage
Gallop, J. (2018). Sexuality, disability, and aging: Queer temporalities of the phallus. Duke University Press.
Kattari, S. K., Hecht, H. K., & Isaacs, Y. E. (2021). Sexy spoonies and crip sex: Sexuality and disability in a social work context. In The Routledge international handbook of social work and sexualities (pp. 269-284). Routledge.
Kimmel, M., Milrod, C., & Kennedy, A. (Eds.). (2014). Cultural encyclopedia of the penis. Rowman & Littlefield.
Montoya, G. J. M. (2015). Trans-y posthumanismo sexual: entre el cansancio, los fetiches y las prótesis. Revista Colombiana de Bioética, 10(2), 53-73.
Preciado, P. B. (2016). Manifiesto contrasexual. Barcelona: Anagrama.
Straayer, C. (2020). Phantom penis: extrapolating neuroscience and employing imagination for trans male sexual embodiment. Studies in Gender and Sexuality, 21(4), 251-279.
Tainio, L. K. (2023). ‘I’m so proud: I grew it myself, I watered it and fed it and now it’s just a full-grown dick’: Challenging normative ideals of the penis through trans male embodiment. Northern Lights: Film & Media Studies Yearbook, 21(1), 117-129.