Email: info@sexpol.net
91.522.2510

Blog

El valor de un abrazo

Carmen Muñoz Vicioso
Máster en Sexología y Género

El día 14 de marzo de 2020 se decretó un estado de alarma en el país debido a una crisis sanitaria a nivel mundial, con la obligación de mantener a la población confinada en sus casas. Un virus desconocido había aparecido llevándose por delante miles de personas, sin ningún tipo de sesgo de clase social, etnia o de género. Se implantaron medidas de prevención de contagio ya que los números de fallecimientos eran incontrolables. Estas medidas se centraron en salidas estrictamente necesarias para adquirir alimentos y servicios de primera necesidad. Nunca el mundo había estado tan parado, nunca el simple hecho de salir a la calle había sido un delito, nunca habíamos vivido en una realidad en la que juntarnos a menos de metro y medio nos convertía a nosotras y nosotros mismos en el peligro. Esta distancia de seguridad, esta privación de libertad de movimiento y de contacto con otras personas, son  medidas necesarias, pero a la vez inesperadas. En este artículo se realiza una reflexión sobre la complejidad del confinamiento y las nuevas formas de relacionarnos, teniendo en cuenta y haciendo un recorrido a nuestra naturaleza social. 

Durante toda nuestra historia evolutiva hemos vivido en grupo, hemos cazado, luchado y recolectado junto a nuestra tribu. Todos los esfuerzos eran compartidos y coordinados, nadie salía en soledad porque peligraba su supervivencia. En la actualidad muchos animales siguen viviendo en manada, sin embargo, los seres humanos hemos ido construyendo formas de relacionarnos distintas, aunque manteniendo esa dependencia de compañía social. Ahora, en tiempos de confinamiento, que no todas las personas disfrutan de estar con sus seres queridos y que tampoco sabemos cuándo ni de qué manera volveremos a encontrarnos, nos percatamos de lo que nunca valoramos de un abrazo. 

El desarrollo personal no es un proceso exclusivamente nuestro interno, sino que se produce y desarrolla en la relación interpersonal. Desde que nacemos necesitamos a alguien que nos alimente, nos ayude a crecer y a vivir, todos los humanos nacemos prematuros. Somos el animal más indefenso al nacer, buscando siempre construir vínculos afectivos que nos garanticen una proximidad necesaria para la supervivencia. La percepción en la infancia de disponer cerca de una figura de apego, otorga una sensación de seguridad que permite sentirnos con más protección frente a las adversidades. Esta sensación de seguridad se hará, en la mayoría de los casos, extensible en nuestra manera de relacionarnos con nuestros iguales. A medida que vamos creciendo seguimos interactuando y creando un amplio abanico de relaciones. Vamos descubriendo cómo todo nuestro entorno puede influirnos y cómo nosotras y nosotros también lo hacemos. Es importante entender que para conseguir un Yo seguro e integrado, debemos aceptar la relación paradójica entre la necesidad de autonomía personal y el reconocimiento de cierto grado de dependencia. Solo un Yo con autonomía personal podrá entender la necesidad de cierto grado de dependencia y poder vivir así, en sociedad. 

El desarrollo personal no es un proceso exclusivamente nuestro interno, sino que se produce y desarrolla en la relación interpersonal.

Este vivir en sociedad y la forma de relacionarnos ha ido cambiando y evolucionando a lo largo de los años.  La tecnología y sus avances llegaron, con la posibilidad de comunicarnos de manera instantánea y sin ninguna limitación geográfica, pero con el peligro de esclavizarnos si no teníamos un adecuado uso de la misma. Ahora, en tiempos de confinamiento, está siendo la única manera de mantenernos en “contacto”. Las palabras de apoyo, las miradas, las sonrisas y otras emociones compartidas nos ayudan a llevar esta situación de la mejor manera. A su vez, nos hace reflexionar sobre la de tiempo invertido en pantallas de móvil o de ordenador cuando sí podíamos hablarnos en persona, tocarnos o abrazarnos. Esas reuniones de amigas y de amigos en la misma mesa, pero con la mirada escondida escribiendo en diferentes móviles mientras hacíamos que escuchábamos. O todas esas comunicaciones escritas que parecían mucho más fáciles por teléfono que en persona, pero que daban a mil y un errores de interpretación. Quizás ya llevásemos un tiempo aislados y ahora sólo estamos confinados.  Después de tantos días en cuarentena y haciendo uso de esta comunicación virtual, ya se van escuchando frases del tipo: “espero verte pronto”, “tengo ganas de abrazarte” etc. Nos damos cuenta que la tecnología es muy necesaria, muy beneficiosa pero no siempre suficiente. Si no ¿por qué ese vecino con el que nos cruzábamos cada mañana sin mediar palabra, ahora parece que es mi mayor confidente de la cuarentena? Porque el ser humano necesita socializarse en persona, hablar sin pantallas entre medias y, además, necesitamos ese contacto físico que llevamos disfrutando desde incluso antes de nacer. 

El contacto físico, es el gran generador de oxitocina, el contacto piel con piel regula la expresión del gen OXT, productor de oxitocina. Se trata de una hormona que tiene un papel fundamental en la salud y en nuestro bienestar. Es esencial durante el parto y la lactancia, pero a su vez, se ha demostrado su importancia a lo largo de toda nuestra vida social.  A  mayor nivel de oxitocina, mayor apego a otras personas, más ganas de ayudar a los demás, más facilidad a la hora de desarrollar y demostrar empatía, con lo cual, más facilidad para vivir en sociedad. 

Cuando hablamos de contacto físico, las prácticas sexuales son lo más evidente. Éstas implican contacto directo piel con piel, placer, y en especial  el orgasmo, que produce una fuerte liberación de oxitocina. Pero no es lo único, el hecho de ver a una persona querida, poder tocarla, los abrazos, las caricias, agarrarse de la mano o  situaciones de nuestra vida social, como compartir una comida, una conversación etc. son gestos y momentos que nos llenan, saludables y que nos producen un enorme bienestar. Probablemente, esa búsqueda de bienestar sea la respuesta de esas inesperadas ganas de sociabilizarnos y compartir experiencias con la primera persona que nos cruzamos en esta extraña situación. 

En contraposición a esa búsqueda de contacto físico, propio de nuestra naturaleza, están las nuevas sensaciones de miedo, precaución o incertidumbre sobre el nuevo virus y sobre cómo será nuestra vida tras esta pandemia. No hay ninguna verdad absoluta sobre cómo deberíamos enfrentarnos al mundo después de dicha crisis. Tendremos unas normas de precaución establecidas por el gobierno, unos EPIs batallando frente a la liberación de oxitocina, pero en cuanto a estrategias, cada persona hará uso de su propia resiliencia para adaptarse a una nueva realidad llena de distancias. Ya no podemos dar por hecho ciertas normas sociales como saludarse con dos besos, ni abrazar a una amiga que hacía años que no veías. Ahora, tendremos que desarrollar una nueva habilidad para ir conociendo en qué nivel de precaución se sitúa cada ser humano. Necesitaremos unos segundos de análisis para descubrir si cuando vemos a alguien conocido nos saludamos con el pie, con el codo, con un abrazo, con dos besos o simplemente levantamos la mano y decimos hola. Sin mencionar los nuevos romances a metro y medio de distancia. Puede que parezca cómico, pero es muy importante respetar esos límites y niveles de precaución de cada persona. Ahora más que nunca, la capacidad de empatizar es fundamental para vivir y adaptarse a una nueva sociedad. 

Parece evidente, que en el momento que nos privan de algo, es cuando más lo valoramos. Llevábamos un tiempo en el que parece que hacer muchas cosas a la vez, rápido y de manera lo más productiva posible, nos colocaba en una situación de poder y valor indiscutible. Por supuesto, en esos ritmos de productividad no entra la espera, necesitamos una comunicación a cualquier punto del mundo, instantánea y constante, que refuerce la falsa idea de que el placer siempre tiene que ser inmediato. Esa ansiedad impuesta nos ha afectado a la hora de disfrutar de momentos en compañía, nos perdemos sonrisas por contestar a un mensaje y no sentimos la energía de un abrazo por estar con la cabeza en otra realidad. 

Puede que esta situación nos ayude a reflexionar, a parar y a priorizar aspectos realmente importantes para nuestro bienestar, puede que sea un nuevo reto para demostrar la capacidad de adaptación del ser humano, pero sobre todo, espero que nos ayude a comprender que la vida de repente nos sorprende y que si no valoramos y aprovechamos lo que tenemos, puede que mañana no podamos disfrutarlo. 

Bibliografía:

Gómez-Zapiain, J. (2014). Aportaciones de la teoría del apego a la terapia sexual y de pareja. En O. M. Rodrigues Jr. (Ed.), Sexología Clinica. Una visión latinoamericana (pp. 31-45). Sao Paulo, Brasil: LP-Books. Disponible en: https://95038c55-92bd-448f-ba15-19e91cec6dc1.filesusr.com/ugd/db0d40_acd3d92c4cd04df2ace72b58a2bc2770.pdf

Gómez-Zapiain, J., Ortiz Barón, M. J., y Gómez Lope, J. (2011). Experiencia sexual, estilos de apego y tipos de cuidados en las relaciones de pareja. Anales de Psicología, 27(2), 447-456. Dispone en: https://95038c55-92bd-448f-ba15-19e91cec6dc1.filesusr.com/ugd/db0d40_5905c85d60234d6783474766df190590.pdf

Florez Acevedo S., Cardenas Parra L.F. Rol Modulador de la Oxitocina en la Interacción Social y el Estrés Social. Universitas psychologica, ISSN 1657-9267, Vol. 15, Nº. 5, 2016. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6700208

Lagarde M. La soledad y la desolación. Disponible en: http://www.mujerpalabra.net/frases/?p=462

Maturana Romesín H. Biología del fenómeno social, Revista ecovisiones. Artículo disponible en: https://www.monografias.com/docs/Biologia-Del-Fenomeno-Social-Resumen-P3CDR9NCMZ

Martino P. Aspectos comportamentales de la oxitocina. Su influencia en el estrés y en la cognición social. Cuadernos de Neuropsicología, ISSN-e 0718-4123, Vol. 8, Nº. 2, 2014, págs. 202-216. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4940725

Royo A. (2018). Falos y Falacias. Barcelona: Arpa Ediciones

Vazquez García M. (2018). Fitness revolucionario: lecciones ancestrales para una salud salvaje. Madrid: Ediciones Oberon.

Written by

The author didnt add any Information to his profile yet

Leave a Comment

*