Autoestima, imagen corporal y sexualidad
Marina Almazán Bocos
Doble Máster de Sexpol
El grado en el que una persona se valora a sí misma interfiere en su relación consigo misma y con el mundo. Por lo tanto, tiene sentido pensar que la autoestima y la vivencia del cuerpo como deseable o no puede afectar a la sexualidad, pues en ella me relaciono con mi propio cuerpo y con los demás. Asimismo, debido a los ideales de belleza diferenciados en función del género es previsible que existan diferencias en cuanto a la exigencia y la aceptación de la imagen corporal en función del género. El presente trabajo busca conocer si existe fundamentación en la bibliografía especializada sobre estas suposiciones.
Fundamentación teórica
El autoconcepto se define como el: “el conjunto de percepciones o referencias que tiene la persona de sí misma e incluye juicios acerca de comportamientos, habilidades o apariencia externa” (Shavelson & Bolus, 1982). Los elementos que forman el autoconcepto son la imagen corporal y la autoestima, los cuales se relacionan entre sí (Manos et al, 2005). La autoestima es un sentimiento, el cual puede ser positivo o negativo, fruto de la valoración que realizamos sobre nuestras propias características (Rosenberg, 1965). Asimismo, cuando hablamos de imagen corporal, nos referimos a un constructo multidimensional que incluye percepción sobre nuestro propio cuerpo; cognición, creencias y opiniones sobre nuestro cuerpo y emociones, relacionadas con la complacencia hacia nuestro propio cuerpo (Cash & Pruzinsky, 1990). Esta imagen corporal es idiosincrática, es decir, cada sujeto la experimenta de diferente manera y no siempre existe un correlato con la realidad (Cucarella, 2013). Tanto la imagen corporal, como la autoestima son de suma importancia ya que nos condicionan la manera de relacionarnos con el entorno y con nosotros mismos. De manera que si percibo que mi imagen no es adecuada, es decir, no se ajusta a lo que a mi me gustaría, esto puede hacer que experimente emociones negativas hacia mi propio cuerpo y por lo tanto me afecte a la hora de compartirlo con los demás. De esta manera, los problemas con la imagen corporal correlacionan negativamente con la autoestima: a menor autoestima, mayor serán los problemas con la imagen corporal (Orr et al, 2009).
La percepción sobre la imagen corporal no es un fenómeno que ocurre aislado dentro de la persona, sino que se encuentra mediada por el contexto social en el que se desarrolle el individuo (Cash & Pruzinsky, 1990). Así, al socializarnos de manera diferenciada en función del género, podremos esperar diferencias en cuanto a la manera de percibir la imagen corporal en cada uno de los géneros. En el caso de las personas de género femenino, la teoría de la objetivación (Fredrickson & Roberts, 1997) postula que el cuerpo femenino se construye socialmente como un objeto observable y evaluable en base a su apariencia. A través de las representaciones en los medios de comunicación de masas se puede discriminar los cuerpos que son deseables socialmente (Dauder, 2014). La mayoría de los cuerpos representados en los medios de comunicación corresponder a un estándar de belleza delgado (Mora, 2007), lo que se establece la delgadez como lo deseable.
¿Cómo afecta la presentación del cuerpo delgado como el ideal de belleza femenina? Diferentes investigaciones nos muestran que la insatisfacción con la imagen corporal y el deseo de pérdida de peso por parte de las mujeres es bastante habitual. De esta forma, nos encontramos con investigaciones que nos muestran que un 76,6% de las mujeres encuestadas deseaban perder peso y más de la mitad (57,4%) manifiesta estar insatisfecha con su imagen corporal (Alves et al, 2012). Asimismo, se encuentran diferencias estadísticamente significativas a la hora de comparar géneros, existiendo una mayor satisfacción corporal, física, social y erótica en aquellas personas de género masculino (Peris, Maganto & Kortabarria, 2015). A su vez, en el caso más extremo, en el de los desórdenes alimenticios, encontramos una diferencia en función del género, que hace que este tipo de desorden prevalezca de manera significativa entre las personas de género femenino (Maganto & Cruz, 2000).
A pesar de que históricamente la presión por alcanzar el ideal de belleza ha sido considerablemente más acusado en el género femenino, lo cierto es que el género masculino también está expuesto a un ideal de belleza concreto basado en la escasez de grasa corporal y el estar musculado. De la misma manera que ocurre en las mujeres, esto hace que los hombres estén experimentando una creciente preocupación por su aspecto físico, cuyas consecuencias pueden ser similares a las que aparecen en las mujeres (Vartanian, 2009). Así encontramos en recientes estudios una insatisfacción con la imagen corporal por parte de los hombres y actividades llevadas a cabo por ellos para llegar al estándar de belleza masculino (Tylka, 2011).
¿Qué ocurre cuando nos alejamos de ese ideal de belleza? No existen demasiados estudios al respecto, aunque si algunos que nos muestran las posibles consecuencias para las personas que se alejan del modelo. Así, vemos como existe una correlación positiva entre el grado de insatisfacción corporal y el índice de masa corporal (IMC), de manera que las personas cuyo peso se encuentra fuera de dicho índice experimentan sentimientos negativos hacia su propio cuerpo (Casillas-Estrella et al, 2006). Por otro lado, existen otras circunstancias, como una intervención quirúrgica que modifica significativamente nuestro cuerpo, que pueden afectar a como nos sintamos frente al espejo. En este sentido, nos encontramos con que en el caso de cirugías por cáncer de mama, cuanto mayor sea la alteración de la imagen corporal, menores son los niveles de autoestima y el sentimiento subjetivo de atractivo (Cucarella, 2013).
Y, ¿cómo afecta todo esto a nuestra sexualidad? Nuevamente, no abundan los estudios relativos a cómo afecta la imagen corporal a la sexualidad, pero si los suficientes para que nos hagamos una idea de cuales pueden ser las futuras líneas de investigación. En estos estudios vemos que el temor a aumentar de peso se relaciona con un menor nivel de experiencia en el ámbito sexual (Machado et al, 2004). En la misma línea, la insatisfacción corporal se relaciona con menores índices de actividad sexual (Otero, Fernández & Castro, 2004). Asimismo, en el caso de las mujeres sometidas a cirugía por cáncer de mama, a pesar de no haberse encontrado significancia entre el tipo de cirugía y el funcionamiento sexual, si que se encontró que casi la mitad de ellas (45%) no había realizado ningún tipo de acto sexual el mes previo a la entrevista.
Hasta el momento, hemos estado hablando de la imagen corporal, la autoestima y la sexualidad en los géneros masculino y femenino y hemos relacionado la insatisfacción con la imagen con el estándar corporal que muestran los medios de comunicación y las Redes Sociales. Pero, ¿qué ocurre cuando tu cuerpo ni siquiera está representado en estos medios? ¿Qué ocurre cuando tu cuerpo no “encaja” con el dualismo sexual predominante? En este caso, la vivencia del propio cuerpo puede verse afectada por la falta de representatividad, lo que denominamos la presencia-ausente (Dauder, 2014). Hasta el momento esta ausencia también aparece (o más bien no aparece) en la bibliografía, no encontrándose investigaciones al respecto sobre cuerpos no binarios.
Discusión
Tanto la autoestima como la imagen corporal interfieren en la manera en la que nos relacionamos con nosotros mismos, en cómo nos valoramos sentimos y apreciamos. Asimismo, esta valoración nos afecta a la hora de relacionarnos con los demás y por ello es esperable que nos afecte también en el ámbito sexual. A pesar de la escasez de estudios que relacionen estas variables, podemos ver un claro componente de género a la hora de estar satisfechos con nuestra imagen corporal, la cual está relacionada con la delgadez en las mujeres y la musculación en los hombres (McVey, 2013).
Como se ha podido ver en la literatura expuesta, la autoestima y la satisfacción con la imagen corporal influirán a la hora de acercarnos a personas que consideramos deseables y puede influir más tarde en la actividad sexual. En el momento en el que considero que no soy lo suficientemente deseable, entiendo que no puedo resultar atractiva al resto de personas, por lo que me inhibo de intentar comenzar una relación sexual. Asimismo, en el caso de que sí que tenga relaciones sexuales, la satisfacción de las mismas puede verse afectada al tener esa idea de no ser deseable como distractor, lo que me puede impedir disfrutar completamente de mis relaciones sexuales.
Por otro lado, la idea de cuales son los cuerpos deseables está mediada por lo representado en los medios de comunicación y las Redes Sociales, las cuales pueden afectar en mayor medida a la población más joven. Asimismo, es previsible que la falta de representatividad de cuerpos, pueda afectar a las personas cuyos cuerpos no se ajustan al dualismo sexual existente.
En cuanto a las investigaciones recogidas en el presente escrito, en la mayoría de ellas se utilizaba una muestra con población universitaria o adolescente y cisgénero. Por ello, de cara a futuras investigaciones, sería interesante incluir a personas de diferentes generaciones, pues puede haber diferencias en cuanto a la importancia de la imagen corporal y su afectación con la sexualidad en función de la edad. De igual manera, personas con cuerpos no normativos, cuya representación es prácticamente nula en los medios de comunicación y las Redes Sociales, pueden tener una percepción diferente de las personas cis de su imagen corporal.
En conclusión, la autoestima y la percepción de la imagen corporal juegan un papel dentro de la sexualidad que se debe tener en cuenta a la hora de hacer formaciones en educación sexual y de trabajar en la terapia sexual. Asimismo, no abundan investigaciones al respecto, por lo que una más amplia bibliografía podría ayudar a entender mejor la interacción de estos dos componentes con la sexualidad.
Bibliografía
Alves, D. A., Regidor, N. H., Barano, N. B., Pablo, A. M. R., & Izaga, M. A. (2012). Satisfacción corporal y calidad de la dieta en estudiantes universitarias del País Vasco. Endocrinología y Nutrición, 59(4), 239-245.
Cash, T. F., & Pruzinsky, T. E. (1990). Body images: Development, deviance, and change. Guilford Press.
Casillas-Estrella, M., Montaño-Castrejón, N., Reyes-Velázquez, V., Bacardí-Gascón, M., & Jiménez-Cruz, A. (2006). A mayor IMC mayor grado de insatisfacción de la imagen corporal. Revista biomédica, 17(4), 243-249.
Cucarella, M. S. P. (2013). Bienestar emocional, imagen corporal, autoestima y sexualidad en mujeres con cáncer de mama (Doctoral dissertation, Universitat de València, Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos).
DAUDER, G. (2014). La regulación tecnológica del dualismo sexual y el diseño de cuerpos normativos. Cartografías del cuerpo: biopolíticas de la ciencia y la tecnología. Madrid, Cátedra, 469-520.
De Vries, A. L. C., Mcguire, J. K., Steensma, T. D., Eva, C. F., Doreleijers, T. A. H., & Cohen-Kettenis, P. T. (2014). Young adult psychological outcome after puberty suppression and gender reassignment. Paediatrics, 134, 1–9.
Fredrickson, B. L., & Roberts, T. A. (1997). Objectification theory: Toward understanding women’s lived experiences and mental health risks. Psychology of women quarterly, 21(2), 173-206.
Machado, P. P., Lameiras Fernández, M., Gonçalves, S., Martins, C., Calado Otelo, M., Machado, B. C., … & Fernández Prieto, M. (2004). Eating related problems amongst Iberian female college students.
Maganto, C., & Cruz, S. (2000). La imagen corporal y los trastornos alimenticios: una cuestión de género. Cuadernos de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente, 30, 45-48.
Manos D., Sebastián J., Bueno M.J., Mateos N., De la Torre A. (2005). Body image in relation to self-esteem in a sample of spanish women with early-stage breast cancer. Psicooncología 2 (1): 103- 116.
McVey, G. L., Levine, M. P., Piran, N., & Ferguson, H. B. (Eds.). (2013). Preventing eating-related and weight-related disorders: Collaborative Research, Advocacy, and Policy Change. Wilfrid Laurier Univ. Press.
Mora, Z. S. (2007). Imagen corporal femenina y publicidad en revistas. Revista de Ciencias Sociales, (116).
Orr, E. S., Sisic, M., Ross, C., Simmering, M. G., Arseneault, J. M., & Orr, R. R. (2009). The influence of shyness on the use of Facebook in an undergraduate sample. CyberPsychology & Behavior, 12(3), 337-340.
Otero, M. C., Fernández, M. L., & Castro, Y. R. (2004). Influencia de la imagen corporal y la autoestima en la experiencia sexual de estudiantes universitarias sin trastornos alimentarios. International Journal of clinical and Health psychology, 4(2), 357-370.
Peris, M., Maganto, C., & Kortabarria, L. (2015). Autoestima corporal, publicaciones virtuales en las redes sociales y sexualidad en adolescentes. European Journal of investigation in health, psychology and education, 3(2), 171-180.
Rosenberg, M. (1965). Rosenberg self-esteem scale (RSE). Acceptance and commitment therapy. Measures package, 61(52), 18.
Shavelson, R. J., & Bolus, R. (1982). Self concept: The interplay of theory and methods. Journal of educational Psychology, 74(1), 3.
Tylka, T. L. (2011). Refinement of the tripartite influence model for men: Dual body image pathways to body change behaviors. Body image, 8(3), 199-207.
Vartanian, L. R. (2009). When the body defines the self: Self-concept clarity, inter- nalization, and body image. Journal of Social and Clinical Psychology, 28, 94–126.